-Un rubor que sube desde adentro con la pesadumbre de la vergüenza.
Allí, donde la tierra traspasa el espíritu, agrega en cada uno de nosotros la necesidad de que nos crezcan raíces.
Nuestro cuerpo y alma, se alimentan desde sus raíces para terminar ramificados con los brazos que apuntan al cielo.
El suave fluido que canta como la sabía, recorre el camino del cuerpo impregnado en su deseo, para luego, a través de un luminoso ascenso, elevarnos ya convertidos en almas nuevas.
Así, viajo sobre los cielos abiertos y por cada espacio reservado para entrelazar almas, así, comprendo de qué se compone el techo donde se refrescan.
Almas que a veces se posicionan distantes, que desalojan a otras, que se dispersan para volver sin quebrantos, como que se han recuperado, transformadas en almas purísimas.
Conjuga: Acompaña mi alma a todas las almas. Progresivamente, “ella” se va instalando muy cerca de “todas” y como todo lo que fluye, se amalgama.
Octaedro.
"Memorias rasgan las miradas,
bajan al gusto sabores conocidos
y todas las imágenes
a través de mis fracturas.
Anhelos perdidos, horas arrugadas,
ecos que emergen, palabras sin ardor,
susurro de voces,
poemas sin remitente,
ceniza tibia, ampollas del alma."
bajan al gusto sabores conocidos
y todas las imágenes
a través de mis fracturas.
Anhelos perdidos, horas arrugadas,
ecos que emergen, palabras sin ardor,
susurro de voces,
poemas sin remitente,
ceniza tibia, ampollas del alma."
Sikita.
Mujer
soy y princesa de mi pueblo
Amo
mi tierra, mis lunas y mis soles
Amo
mis tiendas, mis hamacas
donde
mis sueños comienzan y a veces mueren...
Soy
india guaraní, y beso el suelo,
la
saludo , la venero.
Ella
me dio hijos fuertes,
guerreros
, bravíos.
Fuertes
en sus brazos , fuertes en sus amores
Soy
india guaraní y a ti, te amo
como
solo amamos las indias y las princesas.
Dándolo
todo
Mi
alma
Mi
corazón
mi
tierra...
Liliana Mariza.
Agradecemos la colaboración de Daily Jara por permitirnos extraer texto e ilustraciones de su blog http://subamosaltren.blogspot.com.ar
Lectura a cargo de Java
Mi patria soñada
Fulgura en mis sueños, una patria
nueva
Que augusta se eleva, de la Gloria
al reino
Libre de ataduras, nativas o
extrañas
Guardando en la entraña, su prenda
futura.
Patria que no tenga hijos
desgraciados
Ni amos insaciados que usurpan sus
bienes
Pueblo soberano por su democracia
Huerto con fragancias de fueros
humanos.
En un paraíso sin guerra entre
hermanos
Rico en hombres sanos de alma y
corazón
Con niños alegres y madres felices
Y un Dios que bendice su nueva
ascensión.
Patria sin muralla para el pensamiento
Libre como el viento, sin miedo a
metrallas
La Nación modelo que por su cultura
Se ponga a la altura de todos los
cielos.
Donde alegres trinos de son
libertarios
A los proletarios y a los
campesinos
Patria donde haya voces de
estudiantes
Promesas vibrantes de luz
Paraguaya.
Sueño en una patria sin hambre ni
penas
Ni odiosas cadenas que empañen su
honor
Donde el bien impere sin sangre ni
luto
Bajo su impoluto manto tricolor.
Carlos Miguel Jiménez
*De Mónica López Ocón: fragmento
de la columna “La foto” del suplemento Cultura publicada en el periódico
“Tiempo Argentino” (mayo 2012).
Fraseando, muy precariamente (por lo
que me acuerdo) a Don Ernesto (Sabato) en “Sobre héroes y tumbas”:
…Consolar con palabras a alguien concreto de carne y hueso que sufre,
alguien sumido en desesperación, no se puede. Si razonáramos el mundo, solo
descubriríamos que es atroz, sin embargo, felizmente, no somos tan racionales.
A pesar de las catástrofes provocadas
por la naturaleza o el hombre, llámese una inundación en el Brasil o un
terremoto en Chile o Haití, una guerra en Libia o lo que produce el
calentamiento global “…aquellos sobrevivientes que fueron humillados,
denigrados o mutilados, que lo perdieron todo, nuevamente, como hormiguitas
tontas vuelven a construir sobre los escombros, su mundo ínfimo y cotidiano
que, por ser tan ínfimo es más heroico aún... Entonces, ya no son las ideas las
que salvan al mundo sino aquello que contiene una razón más profunda de la que
conocemos y a la que llamamos Esperanza… Es decir: sí, la angustia es la confirmación de
la nada, según Sartre, ¿es la Esperanza el sentido oculto de la
existencia?...”
¿Como “juega” la palabra para ser
reivindicada? Puede que detrás de ellas nos queda lo que “se siente
como un nuevo principio”.
Tal vez, el compromiso que implica al
“poeta” en su búsqueda de belleza o de retratar el dolor, sea esto (pretencioso) intentar “salpicarnos hasta llegar al hueso” con
una simbología que se cubre de lo más caro y que nos pueda, nuevamente, componer
en lo profundo.
De todos los fuegos…
De paseo
La tarde se puso de ese gris invernal propio del mes de junio, con
aquel cielo gris que tanto se extraña
cuando uno esta lejos de su ciudad. En el horizonte se veía el sol a punto de
ocultarse como un disco plateado semejante a la luna.
Estaba tan bonita la tarde que decidí caminar en vez de tomar el bus
dentro de la universidad, quise andar por
esos senderos que recorrí tantas veces en mis años juveniles y decidí
llevarte conmigo aunque tu no lo supieras, llevarte conmigo sin pedirte permiso por que así se acostumbra a hacer en los terrenos de la fantasía.
Y te tome de la mano e iniciamos
el camino.
Te mostré los salones donde me tocó estudiar en esos días y el estacionamiento
donde tan orgullosamente dejaba el auto que me prestaba papá y escuchamos por
ahí, a los estudiantes ruidosos que pasaban y reían con esa alegría
irresponsable que se tiene cuando el papá le soluciona los gastos y la vida a
uno.
Y luego el café ciber al que nunca entrábamos por que no teníamos
laptop en esos días y no se estilaba el chat. Entramos a la dulcería de la
señora Chelita y nos sentamos a comer, yo una crema volteada que la tenía
antojada de hacía días y tu pediste solo un refresco.
Y conversamos, conversamos de la
vida, del pasado, de lo que fue y de lo que pudo ser. Y te
conté anécdotas graciosas de aquellos días pasados, y reíste y me llamaste loco, reíste con esa risa que me ilumina el mundo.
Continuamos la ruta y te enseñe aquel parquecito con jazmines donde solía
estudiar a última hora para algún examen y luego, vimos a un grupo de
estudiantes ensayando bailes típicos del país, afición muy propia de los años
estudiantiles en los que nos volvemos nacionalistas.
Caminando entre los senderos bordeados de flores y jardines, contigo de
la mano el tiempo voló y de pronto ya estaba en mi punto de destino y llegó el
momento de despedirnos, volver a pisar tierra firme, cada uno a su mundo. Te
fuiste y yo quedé feliz y melancólico. Recordar es hermoso pero triste y es
bueno guardar los momentos hermosos para
tenerlos a la mano para cuando se les
necesite. Respiré hondo y sentí que esa agradable sensación de que todo está
bien. Al menos por ahora.
Y ahora, tú duermes, y yo…sigo aún pensando en ti.
Yoda
Una
foto en la carátula: "Panorama desde el
parque". (Gentileza de Cecilia) Para el libro "Tratado del viento"
Sumergida en el “teatro suburbano”, la
vida, está junto a esos contraluces artificiales que se reproducen a cada
instante o con aquellos ruidos propios del ir y venir de la gente, así, como
sus olores, o los aconteceres que inducen a cualquier situación cotidiana.
Incluso la tragedia o la comedia. Todas “ellas”, van entregando -entre tantas
otras cosas- lo que se acumula o provocan: la indiferencia, la fascinación o el
espanto, lo ordinario y lo que deslumbra, etc. sin dar respiro ni tregua.
La mirada en perspectiva, sin embargo, propone
al paisaje citadino no solo como escenario sino, también, como un protagonista
más. Los cambios continuos que se realizan en ese paisaje, le dan una dinámica
propia que a la vez confirman su entidad y agrega su “participación
protagónica” junto a los “personajes” que lo habitan.
Luego, es salir de la escena diaria
para verla de lejos, como un todo.
Ayuda a “reinventar” las luces, las
sombras, todos los colores, pues contrapone “la urbe” con “lo natural”.
A propósito, al cuerpo pastoso y
pesado de los colores se le abren los poros para “respirar”, para que en “el
plano” se distribuyan con “mejor carácter e intensidad”.
Me acerco y me alejo de estos
colores. Voy conversando con “ellos” -de común acuerdo- para “aprender a
sentirlos”. Participar de esa compleja estructura que encierra todas las
emociones y que se expande en el espacio para derramar en cada lugar la
sensación que merece.
Ahora,
aparece el cielo en ningún tiempo visto.
Los celestes-grises casi esfumados,
dominan con mucho “desparpajo” gran parte de “su techo diáfano”.
En el fondo, está el
*“crepusculario” que se apaga de a poco sin desistir de entregar su “cuota” de esplendor, explotando sus
alternativas de blancos-rosados a naranjas.
“Solo” es la luz del sol que se atenúa y “devuelve la última lumbre”.
Es decir; las luces del ocaso con
sus variantes tienen con que conmovernos porque nos llevan de la euforia a la
reflexión.
Más abajo, el asentamiento de los
edificios reconstruye un perfil irregular del horizonte y lo “siembran” de
estatuas geométricas de proyecciones oscuras.
La mirada del “observador” busca
–ambiciosa- retratar como centro de la composición, también, el reflejo en el
espejo de agua.
Allí, el “mirador” se adueña de la
poca claridad que se refleja para “proveer” de más luz a “su obra” y conseguir
de esa manera, “retrasar” el tiempo, aunque la noche recorra su camino
inexorable.
Porque la noche que se le viene
encimando al suburbio, lo obliga a “salpicarse” de luces sin poder “ganarle” un
espacio bien iluminado.
La pequeña laguna del parque
reproduce con precisión, el rostro del lugar –ese donde se tejen “telarañas de
almas”- ante el avance sigiloso de la oscuridad.
El viento se hizo cómplice de esta
mirada para “desprender” de “algún cúmulus” las nubes que luego, dejó
extendidas sobre el agua.
El conjunto de nubes grises,
conforman el portentoso “insecto o pájaro” que muestra su volumen y sus alas
bien dispuestas a volar.
Esas nubes, ahora, tienen “la clara
identidad” de un inmenso pájaro oscuro que revive en el “fluido” y con su
aleteo, desparrama las sombras.
Por último, el verde de la gramilla
invita a reposar el cuerpo en su lecho y proyectar los ojos, nuevamente.
**
“No hay hecho artístico sin espectador”.
Y así, crear el “ambiente” en el
que sobrevuela o queda suspendida la melancolía.
*”Crepusculario”obra de Pablo
Neruda. **A. Dolina
Perezcuper
“El
rey del ajo”
Llegaba a las veredas del barrio con la cara
marcada de golpes o inflamada por el alcohol que bebía. Se sentaba, en
cualquier saliente de algún umbral de las puertas, con bastante dificultad pues
estaba borracho, como siempre. Tenía preferencia de acomodarse sobre una
persiana de un antiguo taller deshabitado.
Se sentía el rechinar de sus dientes,
una mordida feroz que moldeaba su mandíbula y toda la carga de músculos que
lleva la cara. De bigotes prolijos, cortados hace poco tiempo atrás y de una
barba acumulada por unos días sin afeitarse, con el cabello entrecano, no tan
largo, con un pañuelo de seda en el cuello, de camisa olorosa y de sobretodo
que tuvo su tiempo de elegancia y finura, pero que ahora, estaba sucio de tanto
arrastrarse. Él enunciaba su frase.
-Essssa
madre.
Un hombre fornido de panza no tan
pronunciada, de brazos gruesos, de manos grandes y poderosas. Ahí estaba e iba
permanecer no se sabe hasta cuando. Los chicos que jugaban en la calle se le
acercaban con cautela. A cualquier movimiento que haga, ellos saldrían
corriendo. El hombre era temerario. Nadie conocía su historia con precisión
pero era un personaje mitológico para todos nosotros. Sí, utilizaba esas
veredas aún cuando se ponían bulliciosas porque alrededor podrían estar jugando
o por que la calle, era poco concurrida por autos pero nadie se atrevía a
molestarlo. Era su zona de tregua.
-Esssa
madre. Yo soy “el rey del ajo” -Gritó una vez para todos y fue el nombre con
que lo conocimos o lo bautizamos. Luego, de muchas horas que se entre-dormía o
deliraba por su borrachera, que tambaleaba la cabeza y se golpeaba y vuelto a
dormir, al fin, se levantaba para desaparecer por otros tantos días. Nunca
cargaba ninguna botella, todo lo que tomaba lo había hecho en algún otro lugar.
Cuando volvía a sus “veredas de tregua” ya venía “regalado”, bien “mamado”.
De tanto “visitarnos” otros borrachines o
los cirujas que vivían muy cerca o estaban de paso, confraternizaban con él. Se
sabía que, cuando se “le pasaba la tormenta de su borrachera” se acordaría
donde tenía que volver. Seguramente, para hacer un poco de “vida normal”, hasta
caer en la siguiente “pesadilla de alcohol”. Y así aparecía, nuevamente, con
ropa distinta, que alguna vez estuvo limpia y “conformaba su decencia”.
Más de una vez, tenía entre-dichos con
aquellos con los cuales -al principio- confraternizaba y luego, terminaba a los
insultos, muy mal. Los desafiaba a todos, lo que en alguna oportunidad le costó
una herida cortante que le propinó alguien que lo cuestionaba. En la comisaría
de la zona ya lo conocían y cada vez que se lo llevaba “la cana”, se tomaba
algunos recaudos, por esa cuestión de que los borrachos cambian de humor en
cualquier momento.
-Yo
soy el reeeey -subido a la vereda más alta a declamar por su trono.
Borracho y todo, se ponía a conversar
con los chicos que dejaban de jugar y lo iban a curiosear. Más de uno se
llevaba la impresión de alguien sociable pero poco contestaba de su
procedencia.
Algunos de los cirujas se transformaron
en “amistades” que fueron llenando su estadía en las veredas y por supuesto, ahí
sí, compartían bebidas alcohólicas. No era de lo mejor para comentar que
sucedía por aquellos tiempos, pero tampoco, existía en las personas de la
cuadra, esa forma de querer perseguirlo con denuncias, como para requerir
continuamente de la presencia policial. Solo venía a dormir. Nunca un acto de
obscenidad para remarcar.
De todos los fuegos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario