Para la Maria Candela que ría:
Solo se despierta para el
asombro y eso multiplica el entusiasmo. Bien cargada de sorpresas, la mochila,
es tan liviana como tus alas. Salpicando alegría en cada lugar, el planeta te
devuelve con más fantasías. Solo así, uno se alimenta de emociones y reacciona
según la realidad le toque. Aflora desde adentro lo espontáneo, no tienes
alternativa. El “conócete a ti misma” disfruta su oportunidad inmejorable y el
regocijo, navega a tu alrededor para acomodarse por siempre dentro del alma.
Deja esta, melodía que endulza,
solo el “andar” de tu guitarra frágil.
Como la palabra, tomas la “virtud del
pájaro”.
Allí vas, con cada granito de arena que te adorna
y se produce la comunión más intima con el
paisaje.
Puedes derramar en el aire una catarata de
risa refrescante.
Privilegio de la arena sentir tu peso como una
caricia.
Mujer que busca su encuentro con ella misma,
Deja esta, melodía que endulza,
donde el sol por más tiempo, reina.
Solo“andar” con esa, tu guitarra frágil,
donde la vida tiene el sabor más agreste.
Como la palabra, tomas la“virtud del pájaro”
mujer que busca su encuentro con ella misma.
Allí vas, con cada granito de arena que te
adorna.
Privilegio de la arena sentir tu peso como
una caricia
y se produce así, la comunión más intima con
el paisaje.
Puedes derramar en el aire una catarata de
risa refrescante.
Octaedro
(Extraído del libro "Tratado del viento", pág. 110 y 111)
Salinas Grandes:
...Entonces, fue que “la luna” ya no
estaba suspendida en la altura, sino que con su inmaculada blancura, se ubicó
justo debajo de nuestros pies. Allí estábamos, en “la luna”, una planicie de
sal purísima, rodeada en la lejanía de pequeñas montañas. Estábamos en lo alto,
a unos tres mil metros o más, con el cielo despejado, el viento que se hizo
sentir helado, contrastando con el ambiente de adentro del auto, donde hacía
calor. Dejé el volante y con entusiasmo bajé para pisar “nuestro satélite”. Me
siguieron los gringos y otra vez, esas caras inexpresivas no delataron ni un
brillo en la mirada.
Fue ahí, que pegué un grito y otro más
fuerte aún, y sin mediar ningún preámbulo, me acerqué al alemán con cara de
chino, lo tomé del brazo y le dije:
-¡¡¡ Esto
es la Argentina!!! Un lugar infinito y bello. Para eso viniste hasta este
lugar, para festejarlo, así que podemos gritar un poco para que se oiga lo que
nos causa tanta alegría. ¡¡ Eeeesssaaaa!! –el alemán gastó una sonrisa amplia,
tomó a su mujer y me vieron que levantaba los brazos, que suspiraba profundo,
que bailaba, cantaba y gritaba…unos minutos de relajación para acomodar el
paisaje entre las postales más festejadas…Estábamos en “la luna”, cerca de
donde trabajan “los hombres de sal”. En la planicie se notaban unas piletas
bien rectangulares con pequeñas montañas de sal acumuladas en sus bordes.
Luego, más adentro, una cinta negra de asfalto recién hecha.
-¡¡¡Que
atrevido el hombre!!! Interrumpe en el corazón de “la luna”, su paisaje
natural.
Estamos,
en el país de los sueños.
De todos los fuegos...
Agradecemos la colaboración e interpretación musicalizada de Daily Jara más la ilustración con que se inicia esta presentación.
Extraído de subamosaltren.blogspot.com.ar
Cuando estemos viejos
(Video realizada por "la pantalla viva")
Cuando estemos viejos
y se nos achique el paisaje en los ojos
y el sol del invierno se nos ponga flojo
y nos cachetee la cara el espejo
cuando estemos viejos
y tiemblen mis manos al tomar las tuyas
y nos falte el llanto
la risa y la bulla
de esos dos diablillos
que ya estarán lejos.
Cuando estemos viejos
cuando estemos solos
cuando no haya nada
y nos duela todo
cuando solo exista la casa vacía
y anden en silencio tu sombra y la mía
nos querremos tanto!
que nuestro cariño
llenará la ausencia de esos dos chiquillos...
Cuando estemos viejos
yo te lo prometo,compañera mía!
serán nuestros años plenos de dulzura
serán nuestras horas llenas de poesía
andaremos juntos,viejitos inquietos
las 4 estaciones de un mundo de nietos
y verás,mi vida,que miente el espejo
pues seremos novios
cuando...estemos viejos...
D. Martín
Lectura a cargo de Java
Es el tiempo y el espacio en que sale a
relucir con despiadada ofensa aquello que hiere a un ínfimo escudo sostenido
por pequeñas certezas. Tanto lo lastima, que “esa escala de valores” tambalea
junto con nuestro espíritu.
Sabemos
de “esplendores” vividos pero con inusitada frecuencia hoy, transcurren
acontecimientos que -sin dar tregua ninguna- opacan aquella mirada, que
retrataba nuestra visión de las “cosas” o “formas” de observar la vida y actuar
en consecuencia.
Existe
una “postura” de fastidio y desdén ante lo hecho. Como si ya no tendría ningún
valor ni precio. Un cambio profundo inevitable en el que la transición es el
período actual y allí, se “juegan” todas las alternativas. Alguna de esas
opciones, tendrá preponderancia pero como la vida misma, es impredecible. La
apuesta principal está inclinada hacia la “mezcla” de creencias.
Una vez
aplacada y perdída esa utopía que se sostiene con la aspiración de convertir “un lugar en el mundo
que sea más justo”, cobra relevancia un pensamiento “global” que supone la
creación de un estereotipo que se “aleje” de su idea principal de “cultura nativa”
para pertenecer a la idea abstracta de “cultura de la humanidad”.
Una vez más, “la identidad” que se hace deliberadamente difusa.
Octeadro.
(Extraído del libro "Tratado del viento" pag. 111)
"2001:
Odisea del espacio argento":
En la ciudad de “los atrevidos”, a cara cubierta
y descubierta, recortan la luz natural
con las luces de “sus molotovs”. Pasaron ya veintiún días del mes de diciembre y
la angustia, sobrevuela hasta el helicóptero que se lleva a De La Rua de la
casa de gobierno. Están los que putean y patean las puertas de los McDonal`s, aquellos que rompen los blindex a piedrazos de
los City Bank´s, de los HSBC. Están los que participan solo con el golpe de “las
cacerolas”. Están “cerca” los de “la S.I.D.E.” (por supuesto, vestidos de “muerte civil”) o esos policías
uniformados que martillan sus armas para ensangrentar la vida de “los
reclamantes”… para apagarlas, si es posible para siempre.
Pero ¿cuantos muertos les hacen
falta?
La “parada” desigual de quienes una
vez más, sienten que se suspendió la ilusión, por ahora. Eso sí, un país en donde “algo se
proyecta”, tal vez, como organizar “la lucha”.
De todos los fuegos...
-Enmudeces a quienes
escuchan tus palabras.
Ese era el resonar
de lo que traía frescura
que, lamentablemente,
hoy desdibuja tu categoría de
ingenuo.
Tal vez, por haber crecido
lleno de quebrantos
se enrarece la mirada,
se va tu luz
para estacionarse a un lado del
tiempo,
consumiéndose tu rostro
en el lapso que requiere un
instante
para dejar de ser niño.
De todos los fuegos...
LA LEY:
Está sentada en el rincón. Intentando
tomar aliento, se está ahogando no tiene aire, oye un susurro y se da cuenta.
Comprende que es el aire que pasa por su garganta. Mientras mira el libro
deshojado que estaba leyendo cuando su marido ha llegado a casa. No es que
importe mucho la novela. El dolor que la atenaza es muy intenso como para que
queden fuerzas para preocuparse por cosas insignificantes. Nunca pero nunca,
sintió dolor como el que ahora siente. Por que ahora es cuando ruega que no le
haya pasado nada al bebé, está embarazada de cuatro meses. Sabe que el niño aún
es parte de ella, allí sentada en el rincón, con el cabello lacio pegado a sus
mejillas sudorosas, le parece que se ha tragado un clavo caliente. Pero… siente
que algo le chorrea en la cara interior de los muslos. Entonces susurra bajito:
-No, no, que sea sudor o pis. Si,
eso es. Me ha hecho tanto daño al pegarme por tercera vez que me he hecho pis
encima y no me di cuenta.
Pero no es sudor ni orina. Es
sangre. Esta sentada en un rincón mirando un libro roto cuyas hojas están
desparramadas en un sillón, cuando su seno se está preparando para expulsar al
bebé que hasta hace poco albergaba. Y vuelve a susurrar:
-¡No! -gime -¡por favor, no!
Tiene miedo mucho miedo, ve la sombra de
su marido alargada, como la sombra de un ahorcado danzando en la pared de la
cocina, ve el teléfono contra su oreja; incluso ve sus dedos. Alisando los rizos
del cable, lo sostiene, luego la suelta. Piensa que está llamando a la policía.
Una tontería… él es la policía. Tiembla ¿Quién se interpondría en su camino?
¿Quién iba a contradecirlo? Sólo alguien que no lo conocía, alguien que no lo
conoce tan bien como ella. De pronto parece acordarse de ella, la contempla con
su cara enrojecida y apuesta. Sus ojos parecen carentes de expresión como
fragmentos de vidrios. Ella le muestra la sangre en sus dedos… lo más parecido
a una acusación que ella se atreve a expresar.
-El problema es esto -asegura él,
agarrando los restos del libro y acercándolos a su cara como si ella fuera un
cachorro que se hizo pis en el suelo.
-¿Cuántas veces te dije que no
leas porquerías?
Ella podría decir que nunca. Ella está sentada
en un rincón abortando. Da lo mismo, siempre dice lo mismo, aunque estuviera
mirando las noticias en la tele. Aunque estuviera cosiendo un botón, o
haciendo la siesta en el sofá, siempre eran porquerías para él. Ella sabía que
él usaría sus puños cuando le decía:
-Quiero hablar contigo, cariño.
-¿Es que no entiendes? -susurra. -¡Estoy
perdiendo al bebe!
Y él sonríe;
-Puedes tener otro
¡El regresa, esta vez la matara! De ella
brota más sangre, y el aborto tiene lugar, lo expulsa, así como el dolor llega
a su punto culminante antes de desplomarse.
A lo
lejos se escucha el sonido de la ambulancia. Afuera, se escuchan pasos
corriendo hacia la casa, pero es tarde, ambos han partido. Él llora
desesperado, su esposa se cayó por las escaleras, estaba embarazada, los llamó
pero como siempre han tardado demasiado. Hipócrita, el secreto está seguro; él
es la ley…
(Sobre violencia de género) Liliana
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