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San Martín: El autor 2012 ISBN 978-887-33-0957-4 CCD B863

jueves, 5 de noviembre de 2020



 
Hay un pequeño haz de luz

                                                 que deja ver como viene a mí tu perfil. Así, como tu presencia. Y la mirada, lo que hace, es recorrerte en cada gesto. Contemplarte en esa situación imperturbable, concentrada, con la inspiración que transpira desde tu alma.

Es que, ¡Estás como en trance, María!

Tratando de resolver “aquellos” contenidos; la asociación del texto más la figura que corresponda, lo que puede ser algo dibujado, o una foto, o ambas combinaciones. Es decir: que es admisible hasta un video ya conformado o también, puede incluirse, hasta un truco fotográfico.
Después… será precisamente de allí, la elección de las palabras y su tipografía, el color, la ubicación en el plano y el fondo en que se compromete. Al fin, es observar como se mueven una serie de mecanismos, tanto tecnológicos como de creación pura.

Tal, es el ejercicio cotidiano al cual te brindas para hacernos visible tu arte y el intento de hacernos conjugar en el hecho estético. O quizás, obtener de nosotros los destinatarios –apenas, si será- la aprobación como pago y alimento o posiblemente, tan solo, sobre la anhelada caricia en el ego, movilizar y estimularte a seguir creando.
La inesperada llegada de tu imaginación viaja a la velocidad de la luz, por eso, ahora, nos recorren mariposas de volar cansino, o definiciones académicas de las palabras, o  refranes antiguos que traen su consiguiente aprendizaje.
Puede que parezca una zoncera o que encerrado en dos dimensiones, vuelve de tu mano, el autor preferido cuyas elucubraciones, cumplen nuevamente, con la premisa de quedarse en nosotros o es la viñeta humorística la que deja latente, tu volátil ironía.

Sospecho que es así, como diariamente –con pinceladas de maestra- realizas “tus postales”, las que también, se festejan con la sonrisa cómplice. Esa sonrisa amplia de admiración continua, nos trae el asombro para quedarse como conviviente en nuestras puertas.
Es en el océano de nuestra virtualidad, donde compartes tus trabajados “poemas”. Y son “ellos”, los que viajan en sus naves extrasensoriales y a la deriva, los que luego, pueden unirse en nuestros pensamientos y colmar los sentidos.
Entonces, por todo esto. ¡Vaya para ti, la celebración del acto de concebir, María! Sea tuyo también, nuestro agradecimiento, por dedicarnos tu tiempo de inquietud, inteligencia y creatividad, para ayudarnos a descubrir tu fantástico mundo de imágenes coloridas, o aquellos versos poéticos, desbaratados en alguna memoria, que renuevan su intensidad para emocionarnos, o estos contraluces que se aplican a remarcar primeros planos, de tu lírica profunda.


Escucho tu sentencia más oportuna, “Ya lo decidí”.
Juego con imaginarte entre lágrimas de “tu mal de risas”.
Voy refrescándome en esa liquida mirada que expande tu curiosidad.
Camino a tu lado para confirmar como es que vas levitando por el mundo.
Me declaro admirador de tus ojos en el más amplio espectro de tu expresividad.
Puedes derramar en el aire, cada gota de la gracia que te conforma para iluminarnos.
Suele traerme la vida, el momento angelical de tu presencia, solo para agradecer.
Se escapó de tus labios, el rumor tibio de ese suspiro que provoca el abrazo.
Sostiene tu inocencia, la alegría plena que cabalga en ti desde la niñez.
Un desliz de tu cuerpo fabrica la aureola que adorna la brisa.
Quiero suponer que está el brillo de tu espíritu cerca de mi.


                                                                                              De Octaedro (para María)