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Editado por el autor

San Martín: El autor 2012 ISBN 978-887-33-0957-4 CCD B863

domingo, 15 de julio de 2012




Perezcuper




El latido más fuerte

Desde que la ciudad
deja en los ruidos, tanta malicia,
pienso en como vivir sin aturdirme.
Cada tanto, por las noches,
escucho resonar
mis pasos en la vereda
y es lo que me da la sensación
de que no estoy flotando.
Cada tanto, rebota el cuerpo  
con otros cuerpos
y tomo el rebote,
como algo que se acerca
a una caricia.

A veces, el cemento
que se alarga hasta el suburbio,
es  la cama grande, donde duerme
casi todo lo que duele.
Pero así también, sin dolor,
me sangra alguna canción.
Así, respiro en la música,
 y voy componiendo
otra parte de la vida. 
Debe ser, que se escucha
el latido más fuerte
de esta melodía.



Salgo a buscar
con los ojos bien abiertos,
eso que te nombra.
Y ¿que me encuentro?
pisoteando la basura
que nadie retira.
¡Ahí estas! mejorando todo
con una sonrisa.
Debe ser, que se escucha
el latido más fuerte
de esta melodía.







Me gusta que el color
de un amanecer te sorprenda,
abrazándote de a poco,
y esa luz te acompañe,
cuando se abran
las ramas de tus ojos.
Debe ser, que se escucha
el latido más fuerte
de esta melodía.



De todos los fuegos...




Vida en pánico

¿Cuándo llegará el fin?
Estoy aquí sentada, no hay gente alrededor, pero no sé cuánto va a durar.
La mente es extraña y cada mente es única. Podemos encontrar ciertas coincidencias pero nada más. 
Uno desea explicar lo que le pasa, pero no se puede. Cuando lo hace lo miran como marciano y lo invaden de preguntas: pero ¿vos que sentís? pero ¿como puede ser? pero ¿te pasa solamente ahí? pero y ¿cómo salís? ¿consultaste? ¿tomás medicamentos? y así en una lista infinita, son tantas y tan variadas que uno se siente peor de lo que estaba.
Finalmente la respuesta para cerrar el bombardeo es:
-Mirá, solamente lo entiende a quien le está pasando, siento que me voy a morir, el aire no entra a mis pulmones, no soporto el lugar, ni la gente, puede pasar al aire libre o en un lugar cerrado, tomo medicamentos, hago terapia, pero eso solo mitiga.
Y así es, eso es el maldito ataque de pánico, pero como a todo lo malo hay que buscarle algo bueno, podemos decir que es la excusa perfecta para no ir  a donde no queremos. Ayuda a lograr una práctica de autocontrol de nuestra mente y de nuestro cuerpo para poder ir afrontando las situaciones traumáticas y más serias aún y sin ser vanidosos ayuda a sentirnos orgullosos de nosotros mismos, porque cada vez que vamos a esos lugares "prohibidos" por nuestras mentes o hacemos ese "algo" que no podemos hacer, es una nueva batalla ganada y en verdad, deberían darnos una medalla.
Por eso si padeces de pánico no estás solo/a, somos muchos, somos valientes, sobrevivientes de cada situación, yo hace muchos años que sobrevivo y acá estoy y si sos alguien que conoce una persona que sufre de ataque de pánico no trates de bombardearlo a preguntas, simplemente aliéntalo, elógialo por el logro que tuvo, esa es la mejor y más grata manera de ayudarnos.
No somos ni locos ni marcianos, no somos violentos, no contagiamos, no somos bichos raros, simplemente sufrimos del desgraciado ¡ataque de pánico!! (Pueden reemplazar el desgraciado por otras palabras).
                           

De  buena fibra 



              ¡   Búscame!
Ama con todo tu corazón,
No te arrepientas de amar
 y cuando un amor
Destroce tu corazón.
Debes saber que otro amor
 sanará tus  heridas.

No dejes que manejen  tu vida
Porque la libertad consiste
En  que tu seas dueño de tus ideas
De tu destino, de tus sueños.
 El único sueño que debes cumplir
Es el tuyo.
Pon las manos en el corazón
Y escúchalo y sigue su consejo
Sé libre como los pájaros
Suelta tus alas
Y cuando veas que  soy yo
Tu único  amor  búscame
Yo estaré contigo, 
amándote como siempre.

Liliana Gonzalez


 
Hay una herida

Hay una herida difícil de quitar, una herida que abarca el cuerpo, el alma, la mente, que se manifiesta en cada órgano, en cada centímetro de piel tocada sin consentimiento.
Una herida que acompaña y marca el momento en que ocurrió aquello que no se desea.
Una herida que se comparte en silencio entre aquellos que la llevan.
Que marca los límites de lo posible e imposible para amar.
Que se manifiesta en aquél momento en que solamente se desea gozar.
Que acompaña persistentemente sin querer cicatrizar.
¿Pero llegará el momento en que esa herida deje ya de molestar?
¿Pero será posible que ese momento exista?

Y si, al final llega, llega de la mano de aquel que toca sin lastimar, que acaricia con amor, que ama sin forzar, que respeta nuestras decisiones de dejarnos amar, que entiende el dolor de esa herida tan profunda y desea curar con amor.
Solamente cuando nos entregamos al verdadero amor sabremos que eso fue el pasado, un pasado del cual no tuvimos culpa, maldito momento no buscado ni deseado, con un único actor y autor que nos desvalorizó y nos hundió en la desolación.
Pero llega el momento en el que el deseo que revertirá la situación se hace posible y es el momento en el que el gozo es nuestra propia decisión.


De buena fibra



 “El país de lo posible”:
                                      Un viaje “al confín del mundo” para encontrarte, para que la contemplación se haga un ritual de asombro y de larga exhalación. Dejar de pertenecer “a la alfombra de cemento humeante” para que uno pueda encumbrarse en “las divinidades” que dejó acumular la naturaleza para empequeñecernos.
Tomar la posición del que abraza definitivamente *“el espíritu de la tierra” contenida en la brisa, te desparrame los cabellos y te largue en un vuelo donde el vértigo se convierte en sonrisa leve. 
Ahí, es donde se encuentra “el país de lo posible”. Ahí, es donde navega el pensamiento para acomodarse en la idea de pertenencia.

Sí tan mal no recuerdo, era el maestro Arturo Jauretche quien nos advertía de “los convencionalismos” que se adoptan en la enseñanza de la geopolítica y por ende de allí, “dibujan” los planisferios. Y no era por casualidad que estábamos en el fondo del planeta y tal vez, ahí arriba y en “el ombligo del mundo” está aquello con que se remarca a los “países dominantes”.
Entonces, en un cartográfico deslumbramiento fue que pude ver como otros dibujaron “al país de lo posible” en el centro y ombligo del planeta, solo para contradecir aquello puesto como “convencionalismo” ya que desde la estratosfera no hay “tal visión” que confirme esa convención.
Sin más -para seguir alimentándome de asombro- “el maestro”, pasó a ser (para mi) “Un pilar de lo nacional que fecundaba ideas de una generación extraordinaria, perteneciente a una de las épocas de esplendor de la cultura de este pueblo”. Y no me quedaba en eso sino que, con solo escuchar “su definición” de que: “lo nacional es todo aquello que trasciende para luego, convertirse en algo universal” fue calándome tan profundamente y como quien sufre de vértigo, me sumergí en su “Estatuto del coloniaje” (entre otros libros) para exprimirle algo más que sentencias y allí, me fui reconciliando con mí alrededor, por que mucho del estado y la pobreza que sufrimos tenía una explicación más firme.
Decía “el viejo garañón” que hizo base en “el revisionismo histórico”; “Para que un país sea dependiente en lo económico, siempre tiene que haber una estructura cultural que la respalde”. Entonces, resaltaba algo que, él llamó “intelligencia” y “ese volumen de intelligencia era desenmascarada como una “banda” de seudo intelectuales mercenarios, cipayos, lame botas que, al servicio del dinero (que más) se adueñaba de los medios masivos de comunicación y con un discurso que se hacía dominante, defendían “intereses foráneos”, atentaban contra “lo nuestro”, es decir “el patrimonio del país”. Así, contra “nuestra propia soberanía”. Así, contra nuestra identidad. Toda publicación comenzó a serme sospechosa.
Las nuevas generaciones, al no tener identidades bien remarcadas suelen disolver la utopía de luchar por “un lugar más justo”, disuelven lo que les da pertenencia ya que es muy delicado y frágil.
No es casual, entonces, que esas generaciones sin identidad emigren pronunciando algo tan doloroso como  “…este es un país de mierda”o sean exiliadas. O las generaciones que se quedan sean muchas veces perseguidas y asesinadas, torturadas etc.. Sean enviadas a la guerra o que llenen las estadísticas de desempleo y las cárceles.
**Nuestras generaciones, principalmente, en ciudades tan grandes como Buenos Aires, consumen con avidez el tráfico cultural que “incluye lo de afuera” que la enriquece pero que a la vez, “se lleva alguna parte de nuestra identidad”.
Por último -advierte “el francotirador”- que en naciones tan jóvenes como la nuestra, la falta de identidad la perjudica. “Afirmar la identidad” es una “deuda” que hay que pagar, sembrando la semilla de la argentinidad. Son las generaciones que se incorporan las que tienen, también, el “trabajo” de hacerse merecedoras de “un país mejor” y si no hay conjunción, es decir, “la disposición a participar”, será por siempre muy difícil, pues con total impunidad, “se llevan hasta nuestros sueños”. Entender lo que ocurrió puede evitar el tropiezo con obstáculos venideros. Indagar en lo acaecido y tener en cuenta solo, lo que escribieron “aquellos que ganaron” significa, “hacer política con la historia” y no, la lectura de “la historia de la política”.
Sin embargo, nadie debería adjudicarse una “postura” tan pesimista. Aquí tenemos y dejaremos nuestra inversión espiritual más importante, la que representan nuestros hijos. La esperanza nueva.
No es casual que: **“Las sociedades, a través de sus gerontocráticos componentes por el poder que los sostiene con el dinero y la razón -es decir; para preservar el statu quo- son capaces también, de provocar la muerte del hijo varón”…pufffff. (¿Algo de Don Arnaldo Raskoski?).

No es difícil adivinar que hoy sucede algo similar o que la lucha es despareja aún. Que esa “estructura cultural para la dependencia económica se repite en la mayoría de los países periféricos, principalmente, los latinoamericanos por ser muy ricos”.
Que esa intelligencia sigue siempre, el mismo camino de la traición.

**Sumar perturbación y efervescencia donde no fecunda la alegría. El llamado de la sangre que invita a “las almas nuevas” a cubrir con su espíritu, el espacio en que vaga y permanece la tristeza, de modo tal, que al ahuyentarla salga “el júbilo” -el de la sonrisa fresca-  a  rehacer los colores.
*De Raúl Scalabrini Ortiz        ** Extraído de “Tratado del viento” pag. 57 y 63 (R. J. Ayala).
                                                                                                                                                                    Octaedro






1 comentario:

  1. ¡Qué bella inspiración Cuper!
    Cuando amanece....todo nuestro ser se sublima, así la vida esté sumida en la más patética de las miserias, despierta la esperanza quizás de recomenzar.

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