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San Martín: El autor 2012 ISBN 978-887-33-0957-4 CCD B863

jueves, 6 de noviembre de 2014

                                                    “Es decir; detrás de las palabras”.


Sobre la piel viaja tu canto, esa brisa que se expande con el sonido y libera la armonía.
El que subyace en cada vibración.
Detrás del tiempo, detrás de una mañana perfumada.
O de la lámpara que permite dibujarte con la sombra.  
O de las telas que protegen o de las voces que te nombran… y definen todas las cosas.
Es decir: detrás de las palabras.
También, viaja tu canto hacia donde descansa el silencio cuando descubre el sosiego.
Viaja cuando trae la agitación de la alegría.
O cuando resuena un estruendo en mí y el ánimo, entra en desazón por alguna perturbación bochornosa.
Viaja tu canto y mi canto entre las enredaderas que crecen en las paredes húmedas.
O con la pasión, detrás de las fibras que albergan la fuerza para deshilachar sentimientos.
Detrás de la tragedia y del “hormigueo” que causa a su alrededor cualquier bicho muerto.
O dentro de mí, cuando la vida se transforma en gemidos.
Viaja tu canto en los hilos de agua que frecuentan los desfiladeros y que allanan la roca más fuerte y aún, las más pesadas de cualquier cerro.
Detrás del “humor” de las ciudades, hedores que se multiplican desde el cuerpo, tal vez, para  provocar esa contaminación constante.
Vuelve ese canto desde tan lejos como son tus entrañas atravesando el camino sin luz de tu propia oscuridad.
El canto que se rubrica en cada personaje viviente que de materia se viste y en aquellos, que fabrica nuestra fantasía.
Subyace “el canto entre los cantos” (jaja) una carcajada que “corre” con eléctrica sensación y luego, se descubre así misma.
Detrás del dolor que amenaza llevarse todas tus lágrimas.
El canto que late desde “el conjunto de todos los hombres”.

Perezcuper  (de Tratado del viento, página 10 -R. J. Ayala)


de belleza

Suena en algún
espacio del silencio,
eso que, es tu atardecer.
Trae a la melancólica mirada,
el bosquejo de tu sombra
que se va premiando
de colores cálidos
para completar el idioma de la luz.




Un sin fin de abrazos
en que se convierte
el erotismo de la vida,
por calcar las sensaciones
que dejan los matices.





Y de perfumes en que
sobreviene la euforia
que traspasa el entusiasmo,
aún cuando se carga
el aire de ronroneos
que provoca el instrumento
más intenso del planeta.


En algún espacio del silencio, queda acuñada
 hasta la más pequeña de tus vibraciones,
gota de rocío que inventó
el sereno de la noche
para derramarse entre las hojas
y dejar, el sentir de tus caricias.






Por eso voy explorando
dentro de los sonidos cotidianos
-donde acontece hasta la misma
hecatombe del universo-
para encontrarte en la saludable
armonía que deja tu sonrisa.





Por eso te busco entre las voces
que penetran en la oscuridad,
para desafiar a la luz
que me indica;
“el camino del regreso”.




Por eso utilizo
el recurso de tu aliento
y como se mueve en la brisa,
para imaginar de qué manera
viaja tu canto,
y hacia donde más
impregna todo, de belleza.


De todos los fuegos… (dedicado a María)


“El olor de mis axilas es más rico que el perfume de una plegaria”… (Walt Whitman)

abismo imperceptible en el medio del silencio
es la abstención del sonido que “provoca” este “vacío”
luego, “el socio” de la oscuridad, propone un “susurro” en el espacio

cuando la “paleta” del que pinta indaga sobre la luz, se sobrecarga en el fuego
se “ruboriza” el techo de la tierra desde la mirada que viaja hacia la “inmensidad”
ahora, con la “bola azulin-azulada” se desbaratan algunas sombras en el espacio sideral



cuando el “fluido” transparente moja la roca más antigua
cuando el marrón de las aguas llega a mí, respiro en el espejo
cuando el verdeo de tu selva se enmaraña, siento la pulcritud del aire

desde muy lejos “arrastra” el viento las ondas que “derriten” el silencio
desde “la alfombra humeante de cemento” se propagan todas las “intenciones”
así, “el invento más extraordinario del hombre” termina de concretarse
así,  “el paisaje” se transforma en “la cultura”
o “la cultura” transforma “el paisaje”
luego, “la conducta humana” comienza a ser reprochable  por si misma
revisa cada instante con “su inquieta razón” para terminar haciendo lo que “no debe”
y en el aire, en el fluido, en todos los medios, “juega con las leyes de equilibrio”
atento a su “modo indicativo”, intenta definir “el presente del futuro”
estridente, su paso destructivo, “arrasa la inocencia”

La marea sube y luego baja.

perturbada “la inocencia”, sin “cuidar” la “proporción”
desordena la cadencia ese disturbio (que altera “la tranquilidad”)
acepta con vehemencia su cuestión existencial…“en él, la materia tiene conciencia”
sin más, desde sus genes viaja la misma pregunta sin resolver ¿para que? ¿por que?
dubitativo, sobrepone al hacer de su voluntad, “una nueva” y posible reflexión:

Tal vez, agotada en si misma,

algún día, “la malicia” dejará de lastimar,

para “servir” con su energía,

a todo aquello que responde

a un mismo “patrón de evolución”,

será convertir “la criatura que se mueve

erguida sobre sus patas traseras”,

en “un protector de la vida”, más justo.


Al amigo Cristian:
                               Desde el cielo, tu mirada tan celeste como transparente no dejará de sorprendernos. Tu sonrisa, acumula la chispa que se opacó en nosotros. Tu cuerpo, fibra de coraje y plenitud, respira en las multitudes. Solo después de mirarte por dentro se renueva la alegría.
          “El indio” Solari –juntamente, con “los redondos”- “fabricantes” de obras artísticas  musicales –a pesar del “flaco” Jorge- te supuso tal cual sos, aún cuando no sepa tu nombre. Pues desde generaciones enteras te va inventando en cada canción. Por eso tuviste tanta afinidad con “él”. Estas impregnando sus letras y esa voz repiquetea furiosa y picante para seguir ampliando “la mística”.
         Desde el “centro del mundo”, justo ahí, donde la energía se concentra para tenerte de protagonista infaltable, tu inquieto y alienado corazón nos salpica en cada latido para reivindicar la vida. Porque cuando “la calle” parece que desprecia tu falta de malicia y  esparce por las veredas un oscuro humo que trae las sombras del miedo, de repente, tu figura delgada y elástica, reconvierte todo, en su colorido exacto y natural.  Las calles sienten que ese fulgor cálido se va desprendiendo de ti para que cualquiera pueda revisar desde donde nace, la amistad y tu poética. “Seguiremos en este chiquero”, pero añorando la pureza de tu inocencia.
          Se que mis lágrimas solo tienen el sabor de un homenaje tardío y que las palabras ya no pueden intentar corporizarte. Se que dominado por el abuso y la culpa, dejé un espacio demasiado abierto y lejano, para desear luego, volver con alguna lucidez que me traiga -entre otras cosas-  tu reflejo.
        Sin entender “el real sentido” del porque el universo se manifiesta en tantas criaturas extraordinarias, sin fijar el razonamiento en que, existe en ciertas almas –más que en otras- la posibilidad de un sueño, voy recorriéndote para crecer contigo.
        Cuando al principio, creía con total convicción de que “el hombre del futuro” estaba muy distante, hoy ya sé, que la mayoría de las “cualidades” de “ese hombre”, también, son parte de ti. Pues aquí leo y siento -con mucho placer- que tu corazón está colmado de humanidades demasiado valiosas. Ahí vas “cubriendo” el reclamo de “las calles” sin necesidad de involucrarte con su pesada carga de miseria. Bicicleteando, dejando tu cordialidad en cada lugar que ofrezca una mirada. Desde “el taller” donde realizabas “tu trabajo”, la propuesta de intercambio, llevaba la sonrisa digna a la mesa.  Allí, fue que conocí parte de tu historia y compartimos mucho más de lo que parece que quedó. No contaré nada que busque indagarte y que me haga pecar de infidente. Solo te debo lealtad, pues “tú eres”, quien repara en el otro para hacerle sentir tu calidez.
“La onda” te cubre de todo lo que lastima en cada rincón del planeta “suburbio”
Nada puede apagar “las burbujas” de tu efervescencia
Entra en algún código de “la calle”, hasta la pereza de una tarde en que viaja tu aliento
-Abriguemos todos a “nuestro hermano del alma” pues hoy se está yendo a la Luna donde hace frío
Un paso antes del abismo, está sonando el rumor de la multitud que no esconde su veneración por “el indio”
Se escucha tu voz alejarse con esta afirmación “…la fiesta está a punto de reventar”
Quien no te deja respirar, frecuenta el idioma de la tristeza
Sin saber que el “dueño de la luz” ya te invadió por dentro
Una niña, como siempre, endulza el aire para festejarte con un abrazo y no olvidarte como “papá”.

Octaedro (de Tratado del viento, página 98 y 99, R. J. Ayala)

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