Agradecemos la colaboración e interpretación musicalizada de Daily Jara más la ilustración con que se inicia esta presentación.
Extraído de subamosaltren.blogspot.com.ar
La
casa de las palabras
A
la casa de las palabras, soñó Helena Villagra, acudían los poetas. Las
palabras, guardadas en viejos frascos de cristal, esperaban a los poetas y se
les ofrecían, locas de ganas de ser elegidas: ellas rogaban a los poetas que
las miraran, que las olieran, que las tocaran, que las lamieran. Los poetas
abrían los frascos, probaban palabras con el dedo y entonces se relamían o
fruncían la nariz. Los poetas andaban en busca de palabras que no conocían, y
también buscaban palabras que conocían y habían perdido.
En
la casa de las palabras había una mesa de los colores. En las grandes fuentes
se ofrecían los colores y cada poeta se servía del color que le hacía falta:
amarillo limón o amarillo sol, azul de mar o de humo, rojo lacre, rojo sangre,
rojo vino...
Eduardo
Galeano
La calle se nota demasiado arisca. Es como que, se respira esa parte
indomesticable y sucia, llena de crueldad y de tragedia. Nada puede hacerse sin
prestar la debida atención, ni siquiera esos movimientos cotidianos que ahora, se
vuelven de cuidadosa vigía.
Se
va adueñando, sin tregua, la actitud de sospecha y desconfianza.
Un
simple guiño que desvía la mirada sin reponer la sonrisa.
Un
ir y venir de gente que, no utiliza la vereda como una pequeña referencia de lo
social sino que es el obligado camino de transito ligero.
Apenas
la oscuridad gana en algunos rincones, parece que desde allí, puede dispararse
la estaca punzante de alguna traición.
Aparecen
de la nada, figuras que se moldean con el humo, de caras desafiantes y perdidas
en alguna adicción.
El
miedo deja en el aire su cuota de adrenalina, para luego, respirar los hedores con
que se aromatiza el frente de la cuadra.
La
niebla delata el volumen de ansiedad que flota provocando esa capa de humedad
aceitosa, y que se impregna en las mejillas.
La
noche se prende en estallidos de disparos de armas que tienen destino de muerte.
Es
ahí, que “la más negra de las sombras”, aquella con que se disfraza “la
eternidad del quebranto”, prevalece para intentar quedarse en la memoria.
Sin
embargo:
Una
mañana de luz puede sonreír
en la garganta de los pájaros.
Un
cielo azul-celeste
acompaña la frescura
de la primavera que se asoma.
acompaña la frescura
de la primavera que se asoma.
De
verdes retoños se siembra,
hasta las más pequeña
criatura del universo.
criatura del universo.
“La
conciencia del hombre”
va dejando en el amanecer esa gratitud por *“un día más,
que se va colando de contrabando”.
que se va colando de contrabando”.
(*de una "Canción de cuna" de Joan Manuel Serrat)
El
horizonte, cultivado de figuras multiformes protagoniza un instante en la
escena. La rutina queda preñada de la agradable temperatura ambiente, y de lo
que provoca el erotismo de festejar la alegría con el cruce de tu mirada. Números
y papeles donde archivar los sueños llena mi día, y la gestación de los sonidos
de la palabra que, viajan con la impaciencia de darse un baño tibio en el agua
de la página.
Otra
vez,
la noche trae su canto de estrellas.
la noche trae su canto de estrellas.
La
luna
se enciende para adornar el
espacio profundo.
Los
fantasmas
del miedo se diluyen
justo a la vuelta de la esquina.
Y
en la vereda,
un extraño
sortilegio deja en el pecho de un hombre, una rosa negra.
Octaedro
Octaedro
Amistad a la distancia,
es la nuestra desde que nos conocimos.
es la que unió nuestras melancólicas almas.
Amistad a la distancia,
es la que compartimos
en la sala entre música, risas y charlas.
Amistad a la distancia,
bella y doliente amistad,
la que no me permite darte un abrazo
cuando sobran las palabras.
La que no me permite en tu gran dolor
secar tus lágrimas.
La que no me deja mirarte a los ojos
para asegurarte que a tu lado estoy.
Pero ¿sabes algo amiga?
Para nuestras almas no hay distancia
Porque pase lo que pase,
ellas pueden viajar a unirse con su alma amiga.
ellas siempre pueden estar unidas,
en los momentos de grandes tristezas,
o en los de grandes alegrías.
Nuestras almas viajan a darse ese abrazo
que tanto se necesita.
A secar esas lágrimas que quedan en la garganta.
Amistad a la distancia es la nuestra amiga.
La que se desarrolla y atraviesa la pantalla,
la que forjamos cada día,
la que nos ayuda a superar la melancolía.
La que simplemente, se forjó
y crece entre música, risas, charlas y poesía.
De
buena Fibra
Un cuento de hadas
En
un país muy lejano, había un joven y humilde leñador que se enamoró de una
princesa hermosa (nótese que no digo princesa bonita) y la princesa hermosa,
también lo quiso por un corto tiempo. Pero a la princesa le gustaban los
argentinos y el pobre leñador, que no era argentino fue abandonado.
Pasó
el tiempo y el leñador conoció a otra princesa hermosa de linda voz, y esta
princesa sí, se enamoró del leñador y lo quiso mucho, hasta que ¡zas! aparece
otro argentino y la princesa se fue con él. Que mala suerte la del pobre
leñador.
Entonces,
el leñador decidió buscar una solución, se le ocurrió una gran idea,
había leído que una vez un hada azul había convertido a Pinocho en niño de
verdad y pensó que, mucho más fácil sería convertir a un leñador en argentino,
así que se propuso buscar a esta hada para que le hiciera “ese trabajito”.
Y
se dedicó a buscar al hada por mar y tierra. Tardó meses en buscarla sin
obtener resultados. La buscó por todas las salas de yahoo, luego la buscó en el
Paltalk, en el chat de terra sin obtener resultados. La buscó en las páginas
amarillas, hasta que alguien le informó que esta hada vivía en Disney
World, así que decidió viajar al país del norte a buscarla. Fue muy difícil
conseguir la visa y más difícil aún, reunir el dinero para el boleto de avión,
pero al fin lo consiguió y el leñador llegó a Miami donde, afortunadamente,
hablaban español por que ya hemos dicho que el leñador era humilde y no
sabía inglés.
Por
fin luego de mucho caminar entre miles de niños encontró al hada azul que lo
miraba fijamente y con una dulce sonrisa. Entonces le dijo:
-Hada
azul, conviérteme en argentino para que pueda gustarle a la princesa hermosa,
por favor hada azul, conviérteme en argentino.
La
princesa seguía sonriendo y mirándolo dulcemente pero no le respondía nada por
lo que el leñador siguió implorándole:
-Hada
azul, conviérteme en argentino, hada azul, conviérteme en argentino, y así
siguió repitiendo una y mil veces para convencer al hada que le cumpliera el
deseo.
Y
pasaron horas, días, semanas y él seguía repitiendo:
-Hada
azul, conviérteme en argentino para gustarle a la princesa hermosa -y llegó el
invierno y él seguía repitiendo;
-Hada azul, conviérteme en argentino, el leñador seguía repitiendo:
-Hada azul, conviérteme en argentino, el leñador seguía repitiendo:
-Hada
azul, conviérteme en argentino.
Y
así, pasaron los años y el leñador fue envejeciendo, hasta que un buen día el hada azul se dirigió a él y le dijo:
-Leñador ¿para que quieres que te convierta en argentino?
Y el anciano leñador respondió:
-¿Yo convertido en argentino?, no, no, jamás ¿te volviste loca hada azul? Yo no quiero ser argentino.
-Leñador ¿para que quieres que te convierta en argentino?
Y el anciano leñador respondió:
-¿Yo convertido en argentino?, no, no, jamás ¿te volviste loca hada azul? Yo no quiero ser argentino.
Pobre
leñador, de tanto esperar le había llegado el Alzheimer.
Moraleja:
Si no eres argentino, no te enamores de las princesas.
(Cualquier
parecido con "Inteligencia artificial" es pura coincidencia)
Yoda
de sufrir ni de llorar.
No sabe de reír y suspirar.
No sabe.
Se quedó plantado en el tiempo
acurrucando la mirada.
No ve la huella bajo su pie,
por que él,
solo vuela.
Se abraza de las nubes
y roba al sol
una plegaria de sueños.
No tiene ojos,
pero ¡como toca!
Sus besos son infinitos
y esas pisadas marcan destino.
No fue creado ni concebido,
es no nacido.
Y aún así, me roba el alma
al despertar en llanto
por su llegada.
Yvonne
FELIZ
INFANCIA
Es
que la infancia vivida en un pequeño pueblo a lo que se le suma un barrio
tranquilo, con muchas amigas en una misma calle, es todo un lujo. Y allí es
donde pasaba mis vacaciones.
Antes
de terminar las clases ya les enviaba una carta a mis abuelos y la pregunta
era:
-¿Cuándo
me van a venir a buscar?
A
partir de ahí, esperaba ansiosa al cartero. Es que él, traía la noticia más
importante para mí. Abría la carta y allí estaba el día exacto en que mis
abuelos llegaban. Allí comenzaba mis preparativos, ropa, juguetes, libros, todo
lo necesario para pasar mis ansiadas vacaciones.
El
viaje era en ómnibus o en tren y mi ansiedad era tan grande que me parecía
eterno.
¡Llegaba
feliz! Dejaba mis cosas y allá partía, iba de casa en casa a buscar a mis
amigas. Toda la cuadra se enteraba que llegaba y así andaba yo, caminando y
saludando, feliz en ese mundo que sentía tan mío.
Las
mañanas bajo la glicina de una amiga, las tardes en la plaza de la esquina,
jugábamos hasta la noche, los juegos cambiaban de acuerdo a los regalos de
navidad, muñecas, patines, monopatín, bicicleta.
Ya
mas grandes hasta hicimos una red que atravesaba la calle y la convertía en una
cancha de vóley.
Eran
tiempos felices, de juegos y confidencias, éramos libres y vagábamos por ahí
entre el sonido de las chicharras de la tarde y los molestos mosquitos de la
noche.
Nada
importaba más que pasar las más hermosas e inolvidables vacaciones.
El
regreso a casa se hacía pesado, la despedida parecía eterna, dolía dejar a esas
amigas, el viaje ahora era corto, o al menos eso me parecía, comparado con el
de ida.
Mis
abuelos me llevaban a casa, se quedaban allí unos días y antes de partir me
consolaban prometiendo volver para mis próximas vacaciones.
Y
así yo pasaba esos meses esperando la más ansiada de las cartas, esa que me
decía la fecha exacta en que de nuevo partiría.
De
buena Fibra