¡Salud!
La
vida en si misma, se justifica bien cuando continuamente se transforma y nos
traspasa, pero también -es “muy importante”- si nosotros procuramos cambiarla
(es una condición del hombre). En “ella”, parece que todo sucede y aún sucederá
más, sin poder agotarnos de sorpresas. Está en nosotros proyectar y quizás,
mirarnos a través de los hijos o de nuestros nietos. Entonces ahí, es que dicen
que, “el porvenir adquiere o contiene la expectativa de ser mejor”, de
predisponer la voluntad y el pensamiento con un entusiasmo inusitado.
Algún
“marco” de ciertas reflexiones viene acompañando los últimos días de cualquier
año. Nos trae “algo”, de lo cual nadie que tenga tradiciones similares a las
nuestras, puede sustraerse.
“El
impulso de anhelar” y “el efecto del deseo”, tal vez, conforme un volumen
espiritual extraordinario del cual no queremos estar ausentes. Por eso, “el
discurso”, aunque suene redundante y obvio, siempre confluye, primero en una
“tregua” y luego, en que cada uno obtenga, su “mínima cuota de disfrute”.
Así también, es mi deseo para todos.
Perezcuper
Sala
de Poesía
Y ahora ¿quién podrá defendernos?
Ahora sé lo que se siente al estar
incomunicado, imposibilitado de entrar al bar de la esquina y encontrar caras
(nicks en este caso) conocidas, saludar a unas y discutir con otras.
¿Podré sobrevivir sin el amable saludo
de “marisa_yo”? o el infaltable saludito de ¿”rossmery”?.
No volveré a ver a “ladyhalcón” con su
letra ¿guinda?, o a consentida con sus ¿letras de comic sans?
Aún no asimilo que no habrá mas salas,
espero un milagro, alguna noticia que me diga que las reabrirán próximamente.
Hubiera querido despedirme de los nicks
queridos, de “daxxa”, la chica salvadoreña que tenía el arte de no pelearse con
nadie. O de “y vivo_feliz” y su bonita música. Extrañaré a “live_nature” y sus
múltiples nicks atacando a unos y otros con su letra negra de siempre. A “ginaperin”
y su hermosa voz recitando poemas, a la inigualable voz de “la voz_dormida”.
Me pregunto si “santaelena” ¿sabrá que ya no hay sala?
¿Que hará mi amiga “sincerayleal” cuando
se entere? ella que prometió retornar a la sala en unos días, que decepción se va
a llevar.
“Maria_sevillana”, “elizabeth oro”, “elizabe1804”,
la dama glamorosa de la sala, “heros” y su escritura infantil, “naida” la
amable, “amatista” y su elegante letra, chusrmolina la de las ingeniosas
respuestas, “sheres_hada” intentando hacer de la sala un lugar de poesía, “tristeza_romántica”,
la guapa “carmelita_con_tacones”, tantos nicks que ya no veré más.
Y los amigos, “perezcuper” y su selecta
música, “conciertoolvido” y sus graciosas intervenciones, no había mas que
entrar a la sala y sentirse entre conocidos y amigos.
Parece ser que “live” tuvo alguna
premonición y plasmó a estos personajes dignos de la divina comedia en un blog
que los conservará en el recuerdo.
“Iconoplasta”, “camila_vera”, “l_mandingo_l”,
“astrorey”, “temiro” o “virtual sin rumbo”, “l_pole_l”, “ex_simiuspoeta”, “anabelle”,
¿quien los extrañará?
Claro que muchos ya habían huido de la
sala, entre ellas, la mas bonita, “Vanesa”, con su voz dulce y melodiosa, “Marencalma”,
la dama y señora de la poesía, los señores “nocturno” y “gaviero maqroll”, los
intelectuales de la sala, la señora “solmar”, gran declamadora argentina, la Señora “poesiaenelmar” y la
guapa “Anngiels”, el señor “Camerene” que pocos conocieron, “insurrecta”, grandes
personajes que aportaron mucho a la sala de poesía en antiguos y mejores
tiempos.
Pero los que quedamos, con peleas e
insultos, aún así, éramos felices con nuestra salita, nos sentíamos acompañados
y cómodos entre viejos amigos, tertuliando noche tras noche y recibiendo de vez
en cuando a algún viejo conocido que venía a visitarnos.
“Mr. Wonderful”, al que yo creía un
jovenzuelo y resultó ser un señor con aspecto de gerente, “la magia sos vos” y
su fuerza, “peter pan”, “Alberto”, avioncito, “mas_que_tu_angel”, “el demonio
de tazmanía”, nicks que a algunos nos pasaron inadvertidos y para otros nos
resultaron atractivos, y hasta fascinantes, como me pasaba con “a_paso_lento”.
Se cerró una gran etapa de varios años
en nuestras vidas, todos nos sentimos desconcertados, reímos y hacemos bromas
para no reconocer la frustración. Algunos tratamos inútilmente de reunirnos en
conferencias u otros chats como el Paltalk. Nada igualará a Yahoo y sus
excelentes caritas que nos ayudaban a expresar sentimientos. Nuestros
familiares y amigos ríen de nuestro desconcierto, no nos entienden, se alegran
porque nos tendrán más tiempo para ellos.
Y me siguen viniendo mas nicks a la
mente, “churrosconchocolateycrema”, “carlos fotografo”, “konstanza”, “huella en
el aire”, “sintiempo”, “nefriaco”, “mixtecal”, “flor de pantano”, “marisabelalfa”,
no terminaría nunca de enumerarlos, fueron tantos y tantos, y muchos de esos
tantos tenían varios perfiles, como yo, que de “jorgeluis70”, terminé como “vientoo”,
pasando por muchos y muchos.
En la sala encontré muchas amistades que
conservo hasta el día de hoy, aprendí bastante de literatura y sobre todo,
aprendí a conocer las debilidades humanas, propias y ajenas.
Sala de poesía, cuanto tiempo
invertimos en ti, para bien o para mal, fue tiempo invertido, y como decía “El
principito”; “uno ama a la persona por el tiempo que invirtió en ella”, en este
caso ella fue la Sala
de Poesía de Yahoo.
Yoda
Agradecemos la colaboración De buena fibra por el aporte de este texto leído y musicalizado, dicho enunciado es de su autoría.
Alma del bosque
Caminando,
en un camino de tierra, sin sentido ni rumbo fijo, sin tiempo, sin saber si era
real o imaginario, zigzagueando por un bosque oscuro. Grandes árboles
alrededor, la luz apenas podía traspasar sus copas y se metía con sacrificio
entre las hojas.
Era
difícil poder orientarse en el lugar, simplemente quedaba seguir el camino
marcado y andar.
El
aire se sentía pesado, olor a tristeza y humedad, las hojas y ramas crujían con
los pasos y junto al sonido del viento en las copas eran los únicos que se
podían escuchar.
Sombras
negras en un paisaje negro, no se podía encontrar allí una salida, todo era
bosque y al caminar hacia su corazón todo se volvía mas lúgubre, el aire era
irrespirable, en su mismo centro.
Sentada
en ese suelo húmedo, alfombrado de hojas y musgos, apoyada en un tronco
áspero que se hacía sentir en la espalda, una figura allí estaba, los
ojos cerrados, no se sabía si durmiendo o pensando. Una figura negra que se
confundía con las sombras del bosque.
A
lo lejos, una pequeña luz, muy despacio se acercaba, una luz blanca y brillante
y a su paso el paisaje cambiaba.
Poco
a poco, y a medida que avanzaba, la luz tomaba forma humana.
Una
figura blanca a la figura negra lentamente se acerca. Extiende su mano y
acaricia apenas rozando su cabeza.
La
figura negra, ahora despierta, se incorpora y ambos se funden en un
abrazo que a todo el bosque transforma, la luz ahora es plena, se siente como
si arriba se hubiese disipado una gran tormenta.
El
bosque escuro cambia totalmente, el aire ahora es puro, los rayos de sol pasan
libres entre las copas y con las hojas juegan, el suelo se transforma en
una verde alfombra y los pájaros tranquilos vuelven a los nidos.
La
paz, la calma, el color y todo lo bello a ese oscuro bosque regresan de la mano
de una caricia que simplemente rozó una cabeza, como un pequeño toque al
alma de ese bosque tan negro.
De
buena fibra
Mi
Abuelo José
El
viaje a través del tiempo y del recuerdo me lleva hasta mi abuelo materno,
nacido en Vigo, España.
A
los 20 años se casa y se embarca con su esposa rumbo a América, escapando -como
tantos otros- de la guerra de 1914, llegando a Buenos s Aires, Argentina.
Como
tantos inmigrantes, no sabía leer ni escribir pero era una luz para sacar las
cuentas en la mente, conocía los números y sabía más de política que un
erudito.
Su
esposa le leía los diarios todos los días y el vivía informado de todo.
Recuerdo
que a mis ocho años, mi papá me había hecho una hermosa pizarra con patas, a
pedido mío. Me había comprado una caja de tizas blancas y otras con tizas de
colores y yo todos los días le enseñaba las letras, su nombre y como unir
palabras. Mi abuelo con su Santa Paciencia escuchaba.
Había
quedado viudo joven aun y nunca mas formó pareja con nadie, ni siquiera
traicionaba el recuerdo de Sofía mirando a otra mujer. El vivía para su
recuerdo.
Me
contaba tantas historias de cuando era niño. Me hablaba de Vigo, de las viñas,
los olivares, las vacas en los pesebres debajo de las casas.
Me
aconsejaba que estudiara, que no hiciera como él, que por hacerse “la rata”
había quedado analfabeto .
Me
hablaba de su hermano que, había estudiado y se había ido a vivir a Cuba.
A
través de sus relatos yo veía los paisajes de España, sus montañas, el puerto
de pescadores. De allí la costumbre,
cada Semana Santa el compraba su bacalao
de Noruega todos los años.
Para
criar a sus 3 hijos, trabajó de quintero, sembrando papas y batatas, juntador
de maíz a mano con maleta, gallinero. Con su jardinera tirada por un caballo, recorría
las chacras comprando gallinas, pollos, huevos, que luego vendía a un amigo
mayorista.
De
su España se vino a un pueblito de la provincia de Buenos Aires, Argentina, a luchar la vida junto a su esposa y criar a
sus hijos. Pero siempre con honestidad y no faltando nunca a su palabra
empeñada.
Mientras
yo fui chica vivía con nosotros en la chacra, hasta que por su salud que
comenzó a flaquear, tuvo que ir a vivir al pueblo con mi tía. También, sabía ir
a la casa de su hijo en Buenos aires. Y disfrutaba de su otro nieto, único
varón al que le llamaba Oscarcito.
Aprendí mucho de mi abuelo en especial a hacer quinta, podar, injertar frutales
o rosales.
De
contextura alta, delgada, muy conversador, alegre, me parece escuchar sus
carcajadas y más cuando se burlaba de mi
o de algún amigo mío.
Tenía
una filosofía de vida muy especial. Cuando venían visitas y mi mamá demasiado
generosa comenzaba a cortar verduras o a sacar frutas para darles, él le decía: “esta bueno, esta bueno”. Tenía
claro que, a las personas no se les debe dar más de lo necesario.
Su
único hijo varón cumplía años el 25 de diciembre, mi papá, el 31 y mi abuelo el 1 de enero. Por lo cual nos
reuníamos para fin de año y se festejaban los 3 cumpleaños.
Su manera de brindar era muy particular, nunca
mas se la escuche a nadie. Decía: “Para que el año que viene estemos todos
juntos otra vez”.
Disfrute
poco de sus últimos 3 años de vida, ya que me había casado y lo veía poco.
En
un ultimo intento “inútil” por salvar
nuestro matrimonio nos habíamos ido 8 días de vacaciones.
Mi
abuelo ya estaba enfermo y una noche sueño su velatorio, me desperté llorando y
supuse que había empeorado.
Al
regreso del viaje nos divorciamos. Y pude disfrutar del último mes de mi
abuelo, vivíamos con mi mamá en la casa
de mi tía para cuidarlo entre las tres.
Mi papá iba y venia de la chacra al pueblo.
Yo
tenía 22 años y creo que él ya había cumplido los 84 años, cuando partió un
domingo de Pascuas de Resurrección.
El
día anterior había estado el sacerdote dándole los sacramentos y rezando con
él, pues hasta su último momento conservo su lucidez.
Se
asombró mucho el cura, de conocer a alguien que sabia rezar mejor que El mismo.
Cada noche de su vida pedía por todos sus seres queridos, los enfermos, la
humanidad toda y tenia oraciones no conocidas, que solo el cura sabía. Eran
rezos que traía de su España.
Pasaron
41 años de esto. Ya no existen ni mis padres, ni mis tíos.
Todos
los 31 de diciembre, nos reunimos en mi
casa con mi primo y su esposa y mi hijo y su familia.
En
mi ánimo hay un poco de melancolía, por los que ya no están en la mesa. Todos
brindamos a nuestra modalidad pero falta el Brindis Especial de mi Abuelo:
“Para
que el año que viene estemos todos juntos otra vez”.
Brisa de un pétalo
“La
vida es un privilegio” (“Viaje al recurso de un mínimo flash”)
Subió
la escalera iluminada para encontrarse con el gentío en plena efervescencia,
festejando su aniversario. Sintió los aplausos en general. Allí estaban los
amigos de toda la vida y los hombres de negocios que hacían de socios, o
aquellos que tenían algo en común con ese hombre millonario, rodeado de mujeres
muy elegantes y una fiesta tan ostentosa, que más de uno, aseguraba que sería
inolvidable. También, estaba ¡tan cerca!
la muerte.
-¡Que
me corto las venas con una galletita! –vociferó uno de los conductores de camionetas, al ver tanta voluptuosidad en
aquella señorita que deambulaba por la vereda de esa calle casi desierta. Ella
tan liberada de ropa y sin ningún pudor. Claro que, el comentario era válido en
aquellos tiempos en que estas cosas no eran tan censurables. Hoy, depende de
donde sea, apenas mirar el perfil de una mujer puede traer aparejada una
denuncia por acoso sexual.
Luego,
la dama en cuestión no se desdijo de lo que quería causar en cada hombre que
recorra esta parte del planeta.
A
veces, no hace falta tanto discurso para darse cuenta como se movilizan las
hormonas.
Allí
está la vida en movimiento dejando su impronta. Viaja en cada ínfimo bicho que
“reclama su parte”.
Ahí,
un insecto puede causar esa impresión:
“Ni
siquiera el mecanismo más sofisticado que crea el hombre puede asombrar e
igualarse a la perfección del vuelo de una mosca”.
O
tal vez, la abuela que sale de la iglesia, que acaba de rezarle a una estatua
de yeso o “al hijo de Dios crucificado”. Abuela que puede acumular tanta
sabiduría como aquel cientista que investiga y lleva hasta lo más profundo, el
conocimiento de lo que a la vez, no es evidente.
La
plaza que deja un color violeta en el recuerdo.
La
lluvia que lava un frente edilicio.
La
última pincelada que indica el fin de la obra de un artista.
La
cara del niño que está pidiendo su almuerzo.
Brisa
del río o del mar que abraza los arbustos de aquellos médanos.
El
camalote que se despega de la orilla.
La
rata que se lleva un premio inesperado.
El
turbo del aire acondicionado encendido desde hace horas.
La
araña teje su paciencia.
Y
otra vez… la lluvia que golpea para recordarte.
Octaedro
Niña
Traduzco lo que se
me viene encimando con desorden y alevosía, sacando de mí, ese descontrol
emotivo. Aprieto las mandíbulas y con la mordida rumiante llena de amargura -la
de quien mastica su propia bronca- siento, ahora sí, que se va anudando el
tiempo en conjunción con los hechos, solo para desarmar “la lealtad”.
Voy pergeñando algún pensamiento como para
corromper esta ultima virtud. Desde la
terraza donde sopla el viento que trae la oscuridad, veo como queda malherida
“la inocencia”. Así, mi postura se corrige y una luz deja en la lágrima que
corre, esa “estela” difícil de olvidar.
Te veo niña, te sostengo, y no puedo
decir mucho de mi indignidad. La “muestra de perversión”, la que “el
energúmeno” provoca para manchar tu tela purísima, dejó en ti, algo que parece,
no se puede limpiar. Entonces, “quiere” la caprichosa vida, “fecundarte” para
que te conviertas en niña-madre, y sobre “eso”, la voz del vecindario cómplice,
te nombra “ramera” para colgarte una ofensa, lastimarte justo en donde más
duele.
Sin embargo, fue indiferente para ti
el dolor que provoca “el estigma”. La aceptación de esa “luz” que acuna tus
brazos, es la que nos salva a todos con tu ternura.
Trece años tienes, más un hijo y “el
estigma”.
Desde cualquier jardín, el aroma a
pasto -alfombra de gramillón- festeja cada una de tus volteretas de juego y la
conversación de miradas que mantienes en secreto con tu prole. Él, en lo alto
de tus brazos, creo que ya sabe o sospecha, como hacer brillar una sonrisa.
De
todos los fuegos