Te saludo con
todo mi cariño, muchacha.
Sonríe todo mi
espíritu, solo para festejarte.
Agradezco por siempre
haberte conocido y mimado.
Un duende
atrevido me trajo un poco de su audacia para recorrer los fonemas y en ellos,
procurar decirte donde estas ubicada dentro de mi, cuando me escuchas a diario.
Allá estás,
Donde nace un
latido
Que supone el
andar de lo que siento,
Mueve la
sangre que se coagula
Con el soplo
que trae un suspiro.
Allá,
Donde suenan
los timbales del tiempo
Marcando su
acompasado ritmo,
Supone también,
Tu franca y
apasionada intensidad,
Que solo yo,
quiero ser quien la distingo.
Ahí estás,
Muchacha,
Con la
frecuencia del instante
Que se
ruboriza en tu inocencia,
Que se asoma a
tu sensualidad,
Que te besa en
las mejillas,
Que te celebra
en tu luz,
Que te hace
palpable,
Que te visita
en tu risa
Que aromatiza
el aire.
Ahí estás,
Muchacha,
Donde se tiñen
las fantasías
Del verde
candor que te ilumina.
Ahí estás,
Con la mirada
que recorre
El espacio donde
el poema te confirma.
De todos los
fuegos. (Dedicado a Maria)