Parece que la idea de un espacio inmenso detiene tu
voz en un eco constante.
Ahora, con infinita paciencia, la armonía va armando
tu canción predilecta, profunda y apasionada.
Para deleite mío te escucho pronunciar las palabras
con ternura. Como acariciándolas…
formar en el cielo la fiesta de los arabescos.
Hasta que la luz te acompañe, el horizonte por nada
interrumpido hace
de marco ideal.
Antes que el viento cubra de polvo la llanura arrastra
hacia a mi el perfume de la mojada gramilla.
Entre tus brazos dejo esa pequeña luz que entibia la
vida.
Viaja “mi ser” en el aire fresco, recorre todos los
relieves imaginables.
Allá, en el punto mas alto en la montaña.
Aquí, en el vuelo rasante que peina el trigal.
Y sumergido en la nube, despierto con la almohada blanda.
Pero si es mi destino descubrir el secreto de la vida
en ti, te navego por donde se esconden los perfumes del misterio.
Perezcuper (extraído del
libro “Tratado del viento”, pag. 15)