Dibujo con photoshop "...explorando el rojo" - Sin título - Autor: Romántico Fugaz extraído de su blog
Agradecemos la colaboración de MarenCalma por la lectura del poema y musicalización de este video.
Agradecemos la colaboración de MarenCalma por la lectura del poema y musicalización de este video.
Mujer-ensueño
Adhiero a una forma de pensarte,
de construirte en segmentos perfumados
que descubren una nube de suspiros,
con brillos que derrochan alegría,
de gestos que llenan casi todos
los silencios de tu asombro.
Adhiero a una forma de tocarte
justo detrás de aquella luz,
para ver y palpar mejor
donde empieza lo suave
y como se refrescan las manos
en algún vapor del regocijo.
Adhiero a contemplarte
en toda tu extensión,
solo, para aprender a deslizarme
sobre esos, los recovecos más dulces.
Adhiero a trepar sobre tu árbol cálido,
de sombra inquieta, que multiplica
sus innumerables ramas que me abrazan.
No encuentro nada de ti
que no merezca festejarse como un milagro,
por eso, adhiero también a tus cabellos,
mundo de fibras que acerca la cortina
esplendorosa en plena danza ondulada.
Y adherido estoy a tus entrañas
para celebrar allí el sinuoso recorrido
de la sabia que alimenta tu latido.
Voy observando sobre el llano
donde crecen girasoles,
la advertencia que trae la lluvia fresca
en la que te ha convertido mi sed.
Voy multiplicándome en sonidos
hasta inundarte de armonía
cuando menos lo esperan tus oídos,
así, me desbarranco en una canción
que se dispara en tus cuerdas.
Peino con mi lenta exhalación,
infinitos tallos de tu siembra en el cielo,
que deja caer esas hojas,
para cubrirme del color de una caricia.
Dibujo de tu luz
que estalla en la misma franja
en que se vuelca el mar tibio de una esperanza.
Octaedro
La palabra
Estoy entre ese
espacio
en que se
pierden
los crepúsculos
que soñé,
y todo se transforma
en cataratas
negras
que me arrancan
el alma,
sin dejar
huellas de lo que fui.
Estoy entre
infinidades
de “no quiero”,
por ser algo
ínfimo
de lo que quise
ser
y no pude más.
Estoy entre un “me
voy”
y un, “no tengo
ganas de estar”.
No soy nada.
Me fui hace
tiempo entre sus ojos.
Ahora, solo
vivo cuando él me recuerda.
en los hombres como nubes,
cada cual con su forma, su espacio,
la luz del sol que los atraviesa
de diferente manera.
Sus movimientos cambiantes.
Pero el viento llega
y solos, se van
a recorrer otros cielos.
Y vendrán nuevas nubes
y buscaré formas.
Todo me sirve para escribir.
Todo, hasta lo que no existe y lo invento.
Siempre gano, hasta cuando pierdo.
La palabra, como
gota de sangre,
se escabulle, lo
cambia todo en coágulos
que se
desparraman por las venas,
con ninguna coma
en los pensamientos, sin detenerse.
con ninguna coma
en los pensamientos, sin detenerse.
Ahora, te
bloquea un instante,
te incita, te
hace humano,
hasta que la
corriente, de nuevo,
se convierte en
agua.
Sudas la
palabra, la lloras, la escupes,
la mudas en
orgasmo virtuoso,
la muerdes y
otra vez, se hace catarata.
La palabra, no
es más que piel escrita
que se vuelve
nada. Nada…
Yvonne
Agradecemos el
aporte realizado por Rayen srkl
“¡Cuidado con
las palabras! A veces puede costar demasiado caro pronunciarlas.
Cristo,
Sócrates, Giordano Bruno, padecieron la intolerancia dialéctica imperante. La
guadaña le pasó cerquita a Descartes, pero arrasó simbólicamente con el pobre
Galileo, le costó la excomunión a Spinoza, y Benjamin tuvo que
«autoajusticiarse».
Concuerdo con
el cuidado de la adecuación de la munición al enemigo. No se le puede tirar con
un cañón a una termita. Ni recitarle la tabla del dos a Einstein. Esa regla de
oro, puede ser tenida en cuenta a la hora de manifestarse ante un tribunal
examinador o en una presentación académica escrita.
También, y
además, y especialmente, lo mismo rige en las relaciones amorosas. Y por qué no
decirlo en todo ámbito concerniente”.
Enrique Garcia
En esta última soledad
de los silencios…
donde llega indefectiblemente
la oscura y absoluta certeza
de estar solo….
pienso-siento-creo,
que estas aquí.
Mirándome desde tu absoluta
soledad,
y escuchándome
como lo hiciste siempre
en estos últimos años
que estuvimos juntos.
Siento pena
por no haber podido
escuchar esto antes
de que partieras, papá.
Patuky
“…la inminencia de una revelación que no se produce, es tal
vez, el hecho estético”. (J. L. Borges)
Desanudar las letras que se entrelazan en la mente de
alguien, con esta precaria mirada hacia las almas que descubren sus quebrantos
y alegrías. Sortear el límite del lenguaje para encontrar los sonidos de cada
sentimiento y entonces, cuando se moldea la palabra en la garganta,
aprisionarla para atenuar el grito. Desde ahí, liberar está forma de expresión,
querer derramar “un torrente de ese fluido” que refresque algo de la vida.
Luego ¿la condición es escuchar tú “voz”? ¿tu propia música?
¿el canto de todo, de cada cosa de este universo que te puebla y que procura
encenderse en “alguna magnificencia”?
Así, se supone de aquellos “enunciados”; que te traspasan,
que te hieren, que te acarician o que te ofenden, que te escupen, que te
moldean, que te encantan, que te llevan, que te imaginan o que te rezan, que te
traen, que te hacen volar, que te opacan, que te pintan, que te recuerdan, que
te quieran, que te odien, que te obliguen, que te maten, que te castiguen o te
premien, que nuevamente, te hagan nacer, que reniegues y que renuncies, que
luches y huyas por cobardía, que regreses por ser valiente, que te limpien, que
te humillen, que te denigren, que te mutilen, que te honren, que te satisfagan y
al fin, otra vez, que te dejen enamorarte. Y que te hagan agradecer… una y otra
vez… y otra vez…
La escritura que “pretende” -quizás- inmovilizar el instante en que nuestro
pensamiento dispone de su imaginería, de sus divagues, de reflexionar y después,
dejar que “ella” ,“la oración”, se traslade o se alargue, se recupere y se
transforme, se adapte al entendimiento particular y se multiplique de una
manera diferente en cada uno que la lee.
Es decir; un “juego” en el que las palabras se vinculan con
un estado de ánimo del individuo que proyecta “la significación”, y que luego,
lo traduce con su propio sonido, música o color, o eso que también, se
sobrepone a lo emotivo. Nos va dejando ese rastro.
Tal vez, “la oración” ¿llegue con la impronta de cada lector,
la que le corresponde un sentir para ser “transformada” en un texto de
infinitas variantes?
No es, necesariamente, el que lee, un individuo “distinto”
sino –puede ser- la misma persona en distintos tiempos y estados de ánimo. Eso
es, lo que va dando una idea de la diversidad en que será “reinventada la
oración”.
Entonces, *“…es el lector el que crea la literatura” (*J. L. Borges). No es más que él, con la idea
reveladora de quien se entusiasma por “reconvertir” y “recrear” lo que alguna
vez fue pronunciado por su autor preferido y admirado.
Esa “revelación” trasciende el misterio que encierra “la
escritura”, su musicalidad, la significancia, todo aquello que produce
sensaciones, lleva implícita la sustanciosa espiritualidad que nos hace
reconocernos.
De todos los fuegos…
cuando
se impregna
a
nuestro alrededor el verde-selva
que
inunda el hueco de nuestros pulmones.
Sabor
de comidas que suplantan
la
brisa con risueños aromas.
Sabor
de la noche,
cuando
flota en el aire
un
vapor salitroso, mínimo,
cuando
el agua calma del mar, arrulla,
cuando
la luna viaja con su luz,
para
extasiar la mirada.
desde las mañanas en
cada objeto
o cada sujeto vivo,
o aún,
imperceptiblemente,
cuando recién está
muerto.
Sabor de la mirada en
cada color
que transcurre con su
tiempo.
Sabor de las manos que
construyen,
que entibian la
frescura de un vegetal,
que se frotan con el
resuello de alguna idea
o que recorren tu
cuerpo.
Sabor de mujer
que nos premia con más vida,
que nos multiplica,
que nos ordena con un mandato natural,
que
es el “dejarnos amar”.
Sabor
de la belleza cuando se embriaga
el
corazón de tanta maravilla.
Sabor
de lo cotidiano,
que
trae voces iguales a estas, que tal vez,
no
tienen amparo de alguna sorpresa.
Octaedro
Alberto, en el recuerdo.
La
trágica noticia, me la dio una enfermera por teléfono:
-¿Es
usted familiar de Alberto F....?
-Soy
una prima -le respondí.
-Le
comunico que falleció anoche, de un paro respiratorio.
A
mi pregunta de;
-¿Como
sucedió? ¿Sí, según él mismo, me decía que estaba mejor y lo iban a mandar a su
casa?.
Su
respuesta fue:
-Se descompensó y lo tuvieron que trasladar a
otra clínica para atender más complejidades, en donde en una UTI (Unidad de
Terapia Intensiva) le dio tres paros cardio-respiratorios, produciéndose el deceso.
Le
agradecí y colgué el teléfono. Por un instante quedé atónita, paralizada, “Alberto,
murió”. No había dudas, la información concordaba en todo, era cierto…
Sentí como si un gran mazazo me destrozara. Pagué
la comunicación y salí a la calle, en estado de shock, comencé a caminar…Todos
los recuerdos vinieron a mi mente: los 13 años de amistad hermosa, incondicional, éramos compinches en todo.
Yo
le había ayudado a que siguiera estudiando, pasándole apuntes y copiándoselos.
Lo incitaba a estudiar, como su segundo hermano mayor que ya era medico y seguía
patología. Él me decía: “Negra, mi hermano es sano, yo soy diabético desde los cuatro
años, se que voy a quedar ciego y a morir joven”. Vivía con sus dosis diarias
de insulina. A lo cual yo, lo reprendía diciéndole que era haragán. A los 22 años
yo logro terminar la secundaria de adultos.
Por
esa época “me puse de novio” y formo pareja con el padre de mi hijo, regresando
a mi pueblo.
No
supe nada de Alberto por unos siete u ocho años. Un día mirando la página de
profesionales de Junín, leo laboratorio de patología del hermano y Alberto, técnico
patólogo, trabajaba en el mismo laboratorio. Se me llenó el alma de alegría, “lo
había logrado”.
Una
tarde temprano, en un semáforo, esperando para cruzar la calle, para ir a la
academia donde hacia un curso de masajes y digitopuntura, escucho mi nombre
gritado desde un auto. Era Albertito, ¡que alegría tan grande! verlo después de
tanto tiempo.
Nos
abrazamos fuerte y quedamos en encontrarnos a tomar un café y charlar a la
salida de mi curso, en la cafetería de la esquina.
Nos
charlamos todo, lo vivido durante esos años en que no nos vimos, le conté de la
separación de mi pareja, que vivía con mi hijo en la casa de mis padres, que había
abierto un local de depilación y masajes, etc.…Ese día fui a saludar a su mamá
la cual se alegró mucho de verme, conocí a su hermano medico y también, a su
otro hermano al cual yo conocía.
A
partir de ese día, cada jueves, cuando salía de mi curso, iba al laboratorio,
en planta baja, donde tenían los departamentos de su mamá, y de sus hermanos. Él
vivía con ella.
Como
buen hijo de árabes, era sumamente inteligente e intuitivo, con repasar la
mirada en mi, se daba cuenta si yo tenia un problema, entonces, insistía hasta
que se lo contaba.
Quería
hacerme entrar de enfermera en una clínica, y yo no sabia nada de eso. Quería que
fuera enfermera como su mamá, o que aprendiera con él a preparar el material de
los PAP y las biopsias y así, trabajar con él.
Me sorprendió un día, diciéndome, que “siempre había
estado enamorado de mi”, yo me reí y le contesté:
-¿Vos?
Jajajá… ¡Ves una escoba con polleras y ya te enamoras! -No le creía.
Tenían
con su familia una quinta en las afueras de la ciudad, con pileta, cancha de
tenis y un gran parque, en donde tenia perros ovejeros alemán de raza, “había
ganado un primer premio, con un hermoso ejemplar”. Le gustaban las plantas y había
puesto ese invierno, varios rosales y un jazminero.
Corría
el mes de junio de 1988, acepté ser su novia, a pesar de no estar enamorada de él,
lo quería mucho y nunca iba a dejarlo (así se lo dije) éramos tan compañeros en
todo…
Alberto
quería formar pareja ese mes de julio, que yo cambiara a mi hijo de escuela y
vivir en la quinta.
-¿Porqué
tanto apuro? -le contesté- Esperemos a las vacaciones de verano y que comience
el año escolar aquí.
La
tarde del 13 de agosto, vamos a la quinta y me muestra su jazminero, “le había
dado un hermoso jazmín”. Cosa muy extraña, cuando los jazmineros florecen a fines de noviembre o diciembre.
En
48 horas, una neuropatía aguda, en forma inesperada, se lo lleva el 3 de
septiembre de ese año 1988,
a los 33 años. En un invierno muy frío que no dejaba
llegar la tibieza de la primavera, tan próxima.
Superado
el gran impacto de su partida, encontré la fuerza en su recuerdo. Su alegría de
vivir, su risa, casi permanente. Me enseño a valorar las pequeñas cosas de la vida,
el amor al prójimo, a proyectarme en la vida. El recuerdo de sus palabras: “Negra,
sos inteligente, vos podés lograr lo que te propongas”, fue mi motor…
Hice varios cursos a partir de allí, entre ellos,
también enfermería. A todos los desarrollé trabajando.
Sentía
una fuerza interior muy grande que me
impulsaba a seguir y lo recordaba con alegría, agradeciendo a la vida el
haberme dado la oportunidad de conocer a alguien tan especial.
A
más de 24 años de su partida, siento que desde el más allá, me sigue guiando y
protegiendo. Seguimos siendo los Amigos compinches, que fuimos durante 13 años.
Brisa de un pétalo
Me paro frente
a ti
Tratando de
observarte
Aunque no te
vea.
No tienes
rostro
No tienes
cuerpo
Solo tengo tu
voz
Solo tengo tus
palabras.
Parada frente a
ti
Aunque no te
veo.
Siento tu
respirar
Siento tus
manos
Deslizarse
suavemente por mi cuerpo.
Tus dedos
juegan con mis cabellos.
Tus labios me
rozan acariciando mi rostro.
Delicadamente
me transportas
A mundos
imaginarios
Cargados de
amor y deseo.
Parada frente a
ti
Tratando de
observarte
Aunque no te
vea.
Me quedo quieta
Muy quieta
esperando
Que vengas a mi
Para hacerme
sentir
Que es posible,
Aun sin volar,
Llegar hasta el
cielo
De
buena fibra